
Esta expresión tiene sus orígenes en la Inquisición y en sus tribunales de fe y en la creencia de que muchas de las acusaciones se hacían aun a sabiendas de que eran falsas.
El sambenito era un escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés y otros símbolos, que fue, en origen, un escapulario benedictino llamado sambenito.
También recibió el mismo nombre el letrero que, en la iglesia, daba a conocer los nombres de los penitenciados.
Según Sebastián de Covarrubias, el nombre proviene de una abreviación de "saco bendito" (saco benedicto).
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