LA
LEYENDA DE KEISER
Keiser
era un emperador de Málaga que nadie ha conocido, pues este
emperador tenía un gran tesoro muy valioso y todos intentaba
quitárselo. Un día, le informaron que un ejército estaba dispuesto
a arrebatarle el tesoro, así que lo escondió en un laberinto con
bestias inmortales y varias pruebas para los valientes que se atrevan
a entrar. Keiser se metió en una tumba en la que murió en el
laberinto con el mapa del laberinto en la mano
Un
buen día de verano de 2012, los hermanos Daniela y Javier,
estaban aburridos en su casa, así que empezaron a investigar por
internet y encontraron a Keiser que escondía un tesoro en Málaga.
Ellos se interesaron mucho sobre este emperador, tanto que planearon
buscar ese tesoro en Marbella.
Empezaron
a buscar en mapa del tesoro, y lo encontraron en internet.
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¡Javier!, pincha ahí.
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Aquí pone que en la calle Los periquitos hay cerca una colina con un
túnel natural, como una madriguera, donde hay un laberinto al que
nadie se ha atrevido a pasar.
No
se Daniela, es que para encontrar un tesoro.... tenemos que cruzar un
laberinto...
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¡Venga, será divertido! A lo mejor hasta nos hacemos famosos.
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Bueno, vale.- Refunfuño Javier.
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Mañana por la tarde saldremos.
Los dos
bajaron corriendo la escalera porque su madre les llamó para cenar y
se acostaron inquietos con ese pensamiento.
A
la tarde del día siguiente, Javier y Daniela llenaron su mochila con
agua, bocadillos, una linterna y un saco de dormir. Le dijeron a su
madre que iban a dar una vuelta en bici y que se quedarían a dormir
en casa de Álvaro.
Tras
un largo recorrido llegaron la entrada del túnel, que no les costó
encontrar. Avanzaron por él. Un camino complicado por su suelo
empedrado y su estrechez. Tardaron un día completo en llegar al
laberinto que se encontraba al final de un puente en una isla.
Avanzaron
al oscuro y siniestro laberinto. Había muchas pruebas difíciles,
pero las superaron.
Cuando
llegaron al tesoro, metieron todo lo que pudieron en la mochila para
obtener luego una recompensa en el museo de la ciudad. Pero tuvieron
que pasar una noche horrible allí: los pequeños animales peludos y
repugnantes les rodeaban, los ruidos terroríficos del espíritu de
Keiser y sobre todo unos ojos rojos que les miraban sin parar.
Al
alba, los dos hermanos consiguieron dar con la salida. Al fin
pudieron escapar de ese horrible lugar y pedir ayuda para volver con
su madre.
Una
vez en la ciudad consiguieron una gran recompensa por las monedas y
joyas conseguidas.
Solo
queda una sola pregunta que nunca podremos resolver.
¿Le
gustó a Keiser que cogieran su tesoro? O ¿se quedó más tranquilo
sabiendo que nunca más se tendrá que preocupar por el tesoro?