Había una vez un hombre llamado Izan que le encantaba los poderes como volar, atravesar paredes, correr muy rápido, mover objetos con la mente... ect. Pero a él le gustaba uno en concreto: atravesar paredes. Intentó dibujar un figura humana atravesando un muro, pero su don no era dibujar. él intentó varias cosas, pero ninguna le salía, e incluso llegó en un momento que intentó atravesarla él mismo, pero lo único que consiguió fue un chichón en la cabeza, muchos moratones por el cuerpo y un brazo escayolado.
Unas semanas después se rindió y unos días más tarde su padre estaba ingresado en el hospital y los enfermeros estaban seguros que si no averiguaban lo que tenía, fallecería. Izan, estaba allí, su padre estaba realmente mal. Antes de morir, le dijo a Izan: "No tires la toalla al primer intento, persigue tu objetivo hasta conseguirlo". Izan se quedó pensativo, pero a la vez destrozado por la muerte de su padre. Vio un muro sin terminar, se llenó de valor, y a un lado del muro puso la mitad de una roca alta y grande en la que talló parte de una figura humana. En la otra cara del muro hizo igual con la otra mitad de la roca. Por último, pintó el muro de blanco y la escultura le dio con una pintura un toque de como si fuera metal. En ese mismo momento conoció una chica con la que se casó después de un año y tubo hijos. Hoy en día, Izan le dice a sus hijos lo mismo que le dijo su padre.
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